Para eso están los blogs, ¿no?. Para drenar. Sentir que las penas se hacen más pequeñas al escribirlas (y poder ser leídas por toda la humanidad xD), que tus alegrías quedan grabadas en algún sitio y que, en el futuro, tendrás un bonito baúl de los recuerdos, siempre que el hoster no lo mande a tomar viento.
¿Siempre tengo que introducir mis post con una megarayada reflexiva? Es que no aprendo. Mira que estoy en proceso de "dejardedarlevueltasalacabeza" y ni por esas.
Un día tendré que liarme unos porros y ponerme a hablar "cn txt sms axo".
Qué bello es ser simple. Qué bello debe ser tener un cociente de 100 o algo así.
Joder, qué mal queda decir eso. Pero, leches, sí, tengo un cociente intelectual muy elevado ¿y? No estoy presumiendo ni me considero superior al resto de mortales, si acaso, siento que tengo una ventana por la que veo las cosas de manera diferente. Los que no tienen esa ventana, a veces, sienten envidia hacia ella. Los que la tenemos, sabemos que seríamos más felices no viendo tantas cosas. Porque, por lo general, esa ventana es una ventana indiscreta. Algo así como la ventana indiscreta de James Stewart en el filme homónimo de Alfred Hitchcock. Ver un asesinato y no poder hacer nada. Ver la capa normal y además, el extra de capas subyacentes percibiendo elementos que, apenas te dejan interactuar porque tu cerebro está procesándolos y piensas que si los demás accedieran por un momento a tu motor cerebral en ese momento, pensarían que estás loca. Si permites a los demás atisbar parte de tus procesos mentales, la respuesta es clara: "¿Cómo te comes tanto el tarro?". Y lo mejor de todo: ¿para qué sirve? Para nada. Sí, aprendes más rápido (siempre que lo que aprendas te motive) y puedes obtener mejores resultados en las cosas que emprendas SIEMPRE QUE TENGAS VOLUNTAD. ¡Amigo! La voluntad no es inteligencia. Es una cualidad desligada a ésta. Y un defecto en cocientes mentales superiores (dada la gran capacidad de abstracción que conllevan) es la dificultad de cambiar de actividad. Tanto empezarla como dejar de realizarla. Así pues, la inteligencia sin una voluntad firme, no sirve de nada, porque acabas paralizado en un círculo vicioso en el que sólo puedes verte inundado por cientos de pensamientos desorganizados.
Qué bella es la despreocupación, el no tener capacidad para sobrecargar la fatalidad de las cosas porque puedas percibir las infinitas posibilidades, el considerarte bueno porque tu mente no computa la posibilidad de algo mejor, al menos cuándo has llegado a algo que realmente es muy muy bueno.
Frenemos. También somos capaces de controlar nuestros pensamientos ¿no? Ésa es una de mis batallas. Y, en ocasiones gano, en otras, pierdo. Y, cuándo gano, me veo sumamente estúpida por no ser capaz de apreciar en las veces que pierdo esas batallas tantos dones en lo que me rodea. Pero, en esos momentos, no me importa; simplemente contemplo la belleza de la situación, la calma en mi mente, la energía que entrefluye con los que me rodean y conmigo.
He cambiado mucho. Más de lo que jamás pensé que cambiaría. He atravesado barreras absurdas que yo veía como prohibidas. Me he encontrado, finalmente. Y, como con todo, me he encontrado cuando he dejado de buscarme. He comprendido cuando he dejado de reflexionar y pensar. He avanzado cuando he dejado de caminar. Porque caminaba en círculos. Esto llega a ser como en Alicia a Través del Espejo, pero con un matiz: se avanza no corriendo el doble de rápido que para quedarse quieto, sino, simplemente, quedándose quieto. Porque no sirve de nada caminar si no tienes un destino, eso es sólo gastar energías y acabar decepcionada.
He cambiado idealismo por vitalismo, futuro por presente, utopía por realidad.
Libertad, bendito don. Por fin, sentir que tu espíritu es libre, que nadie le impuso un castigo por su propia naturaleza. Que no tiene que negarse a sí mismo, que el sufrimiento no tiene ningún valor, que la venganza no tiene sentido ni es productiva. Que la vida tiene un valor incalculable, que se ha de luchar por ella. Que sólo puede sentirse lástima por las personas que no comprenden que la esencia de la humanidad es semejante a la de un bosque: el ser no es el árbol, sino el bosque. Toda la humanidad es un sólo ser. Y, sólo cuándo lo comprenda, se dará cuenta de que el que un árbol tale un arbol no es dañar a ese otro árbol, sino cortarse una de sus propias ramas. El odio que sienten unas personas hacia otras que no conocen por hechos, ideologías, o conflictos que han ido transcurriendo a lo largo de décadas o siglos, llenos de matices y versionados de mil maneras sólo apaga su propia vida, ya que todo ser humano es reflejo de otro, extensión de sí mismo.
No conozco el odio y no quiero conocerlo. Puedo sentir rabia, ira...pero odio...No. El odio es imposible. Incomputable.
No sufras por aquello que no puedas solucionar. Sé aquello que no necesite solución.