jueves, 10 de diciembre de 2009

Entrada a ninguna parte

Se llama así no por pesimismo, sino porque no tengo pensada una dirección concreta a seguir para encauzar la entrada. No soy pesimista. No tiendo a ver el lado malo de las cosas. Es una fama inmerecida. Si fuera cierto eso de mí, yo ya no estaría aquí. Tampoco soy victimista. Me trago la mayor parte de mis preocupaciones, las hablo (generalmente con quien más quiero) cuando pienso que hacerlo puede ayudarme a ver una solución que ignoro, o a afianzar una que sospecho o, simplemente, alguna vez que otra porque necesito desahogarme como todo el mundo. Detesto que me compadezcan, con lo cuál inducir a que lo hagan sería una contradicción. A veces siento que hay gente a mi alrededor que piensa que me conoce y no tiene ni idea de mí. Evidentemente, los rasgos más característicos y notables sí son correctamente percibidos, pero no, no soy como algunos creen.
Y si hay algo de lo que puedo presumir es de conocerme bien a mí misma. Para algo he escrito una novela gráfica basada en la introspección. La introspección me ha llevado de cabeza toda mi vida, me he especializado tantísimo en ella que he tenido que abandonarla. Hay cosas de uno mismo que es mejor no saber. E incluso muchas que no se pueden comprender.
Entonces...¿cómo soy?.
Veamos, puedo hacer un análisis básico y superficial.

Analista. Analizo todo lo que sucede, y si no sucede nada, analizo lo que ha podido suceder o lo sucedido. Mi cabeza no suele dejar de hacer esto. Desde el mismísimo segundo en que me despierto, en mayor o menor medida. Otra cosa es que no tengo necesariamente que estar analizando algo relacionado con mi entorno o con lo que esté sucediendo en ese momento. Puedo perfectamente tener la cabeza dando vueltas a la existencia o no de realidades paralelas cuando estoy tomando un café con unos amigos.

Hipersensible. Hasta el extremo. Cualquier pequeño estímulo desata una emoción en mí. Una emoción desata un sentimiento en mí. Un sentimiento, se cuela y crea un igual en mí, como si de un espejo se tratara. Si una energía emocional es canalizada a modo de sentimiento y lo percibo, mi respuesta es inconsciente y automáticamente sentir exactamente ese sentimiento. De ahí que me sea sencillo empatizar y sentir lo que pueden sentir los demás, siempre que los sentimientos externos estén canalizados de un modo depurado.
Y mis propios sentimientos me rigen. Menos mal que mi capacidad de análisis equilibra algo este rasgo. 

Maniática. Demasiado también. Perfeccionista y cruel juez, al cuál le he tenido que crear un compasivo abogado para que no acabe decapitándome y que, al menos, se entretengan juntos.

Transparente. Todos mentimos. Yo miento, negarlo sería mentir. Pero esconder mis emociones me es imposible, independientemente de que lo intente o no. Se me acaba calando muy fácilmente. En el sentido de que, no es difícil saber lo que siento puntualmente, no me refiero a que se pueda saber al 100% cómo soy; hablo de reacciones aisladas.

Ingenua. Nunca pensaré mal de nadie. Cuándo conozco algo malo que ha hecho alguien cercano a mí, me cuesta creerlo. Si empiezo a pensar mal de alguien, es por alguna influencia ajena a mí. Por supuesto que si alguien se comporta notablemente mal, no pienso lo mejor de él, pero mi visión será siempre mucho más bondadosa que la real. Así me llevo chascos yo xD.

Autocrítica. Vale, acaba de salir mi lado "agresivo", por así llamarlo, y me lleva a escribir que iba a poner humilde, pero no lo he hecho debido a que definirse como tal, lo considero una falta de humildad. Pienso que hacer gala de o dejar entrever una superioridad por mi parte es siempre una estupidez. No soy tonta, conozco mis dotes, sé cuáles son mis fuertes, sé qué cosas buenas tengo y qué cosas sé hacer bien, pero mostrar una certeza absoluta en estos conocimientos es una actitud sumamente estúpida. Porque siempre habrá quién sea mejor en mis fuertes y, porque, mi propio conocimiento y, con él, mi propia vara de medir es limitado, con lo que es totalmente factible que esté equivocada en mis percepciones, acompañándome además de que todo es relativo y subjetivo, con lo que nunca se puede afirmar nada categóricamente. Así pues, si percibo algo positivo en mí, lógicamente, se elevará mi autoestima, pero siempre tendré claro que es una percepción subjetiva, así que, no me podré dar el lujo de actuar como si esto fuera "cierto", porque lo que puede ser cierto para X, no tiene porqué serlo para Y. Eso sí, me encantaría librarme algún día de esta actitud y sentir que mi percepción es cierta: hacerlo de vez en cuando y bajo control es sano y te ayuda a sentirte bien.
Lo que no entiendo es por qué no sucede lo mismo con mis autopercepciones negativas...¿o sí?. Supongo que sí, pero, nadie hace alarde de sus defectos, ¿no? xD Bueno, alguna vez lo he hecho para ayudar a otras personas a sentirse mejor. Y he de reconocer que hacerlo no me gusta nada y que es una de las cosas que me he propuesto no hacer nunca más.

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