viernes, 30 de abril de 2010

"Gracias a Dios, soy Jung; no un junguiano". Carl Gustav Jung.

Sólo un gran sabio podría decir algo tan sobreacogedor. Superficialmente, puede sonar prepotente y, si es analizado de un modo frívolo y cínico, podríamos decir "Buah, qué tío, claro, es mejor ser el precursor que un seguidor, acabáramos...". No. Jung no quiso decir eso. De hecho es, no sólo una manifestación de una gran humildad, sino una invitación al pensamiento propio como ventaja indiscutible frente al simple hecho de seguir lo que él mismo dijo. Pero, la actualidad está llena de junguianos. Gente que, al igual que un médico haría, coge un libro de Jung y aplica el paciente al libro. Creo que esto es lo último que el mismo Jung querría. Él descubrió un camino. Su propio camino. Nuestro papel es observarlo y seguir el nuestro propio. Nunca le adelantarás en lo que él ya caminó y, si te dispones a seguirle o, a crear un camino paralelo al suyo, estarás descartando verdades más ciertas que las suyas propias. Nunca cojas un libro para tratar a alguien. Escribe un libro para ese alguien. Me corrijo: mejor una Wikipedia; para poder editar siempre.
(....)
Podría desarrollar ese tema, pero no es mi cometido hoy.
No sé si se me ha malinterpretado o, quizás, en el mejor de los casos, sea yo la que malinterpreta. Sí, soy extremos, me expreso y me muevo por opuestos, en principio, irreconciliables. Hace mucho, alguien me dijo que los opuestos son la misma cosa. Lo más antitético es exactamente lo mismo, lo que jamás podrá encajar no lo podrá hacer porque es la misma pieza. ¿Qué es, pues, lo realmente irreconciliable con los extremos?. El punto medio, sin duda. ¿He de llegar ahí?. ¿Cómo? Y, lo que es lo verdaderamente esencial: ¿por qué?.
Sólo me vas a presentar un "arquetipo" que no soy ni seré y, como mucho, podrías conseguir que fuera alguien luchando eternamente por serlo. Ser lo que no es, por ser quién no es. La realidad no son estos extremos. Lo sé. Pero tampoco es el punto medio. Soy perfectamente consciente y, si mi inconsciente va unos cuantos pasos por delante mío como cualquier inconsciente respecto a su paupérrimo consciente, estoy más que segura que él lo ha asimilado mucho antes que yo misma.  ¿Cómo curar algo que no necesita cura?. ¿Serás tan necio, hoy por hoy, en el paradigma bajo el cuál vivimos, de intentar "curar" a un homosexual heterosexualizándole?.
Conectar consciente con inconsciente para que el maestro enseñe al alumno (aunque, tal vez, siempre deba de haber un maestro y un alumno ignorante y ese alumno nunca debiera de aprender del sabio, puesto que no es recipiente para su sabiduría). Tiene sentido. Pero no trates de fomentar un extremo para que explote la burbuja. Pero, como eterna crítica que soy, criticaré lo mismo que acabo de decir (sí, soy una antítesis en sí misma). Si explota la burbuja, explotará un extremo. Pero como sólo es una forma de mirar la misma pieza, el resultado sería que explotarían ámbos (¡explotaría la pieza! ¿no? Veré cómo contemplar todas los posibles resultados). Es de suponer que si los extremos desaparecen, sólo quedará el punto medio. Pero, ojo, sólo es una suposición. O una visión limitada. Opto, sin duda, por la segunda opción, pues creo absolutamente en la ilimitación y, que si algo "es" limitado, lo es sólo por la limitación de la visión para ver su infinita extensión.
¿Por qué asumir que destruyendo lo que es, quedaría lo que no es?. Si se destruye lo que es, ya no quedaría nada. Y, la nada puede ser tomada por cualquier cosa, incluídas, sin duda alguna, cosas mucho peores o las peores cosas, incluso. ¿Asumir semejante riesgo?. Demasiado pretencioso, perdone.
En términos más de andar por casa o de escuelas básicas, esto no es mucho más que una vulgar terapia de choque. Pero cuyo objetivo es el individuo entero. Una terapia de choque muy pretenciosa. Y hay que ajustarse a los objetos reales que, son ni más ni menos, el que vas a destruir a una persona para reconstruir a otra dentro de sí, pero, que a fin de cuentas, vas a destruir a una persona y esto es mucho más que poner su mano sobre fuego vivo para vencer una pirofobia. Es más que la palma de una mano lo que está en el tablero. Ten cuidado.

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