domingo, 31 de enero de 2010

Not a bed of roses

Hay veces que me da la sensación de estar viviendo la vida de otra persona. Que todo es tan perfecto que me voy a despertar en cualquier momento y darme cuenta de que todo es un sueño.

Pero...
Pero otras veces...

El golpe es duro y fuerte. La realidad tiene un lado tan crudo que no puedo concebir, que no puedo entender. ¿Soy yo igual de cruda y no me doy cuenta de que lo soy pues formo parte de la misma realidad?

Desterrada de mis orígenes.
Me he apartado de un cúmulo de mentiras que me hacían un daño inconmensurable. ¿Cómo puede haber gente viviendo feliz así? Yo nunca pude, siempre me dolió...bueno, no siempre, sólo desde que empecé a tener sentido común, desde que empecé a hacerme adulta. La adolescencia fue el preludio de lo inevitable.
Pero no hay flexibilidad ni tolerancia. O estás con nosotros, piensas como nosotros o eres desterrada.
No hubo nada ni nadie que me empujara a pensar del modo que pienso. Sólo yo. Sólo fui sacando conclusiones, torturándome en búsquedas sin fin de respuestas. Lo peor es vivir con una balanza que oscila y no se inclina hacia ningún lado. Hay que aclararse y desterrar dudas o admitir que la duda es una parte intrínseca de las limitaciones del conocimiento humano.
Sí, he encontrado la verdad. Finalmente, mi conciencia descansa tras casi 30 años de torturas. La verdad de que la clave, las respuestas a todo interrogante humano, la respuesta al significado de la existencia es...
algo que no está a nuestro alcance y, ante esto, se puede optar por tres opciones:

a.-Tomar un conjunto de dogmas que jamás puedes cuestionar, a menos que sea para afianzarlos y volver de nuevo a ellos, sin posibilidad de cambio, innovación, incremento del conocimiento (a menos que sea simplemente una tesis circular para volver al dogma original) y aceptarlos como verdad absoluta. Las lagunas, los agujeros serán innumerables, con lo que o aprendes a hacerte una lobotomía tú mismo, o te respondes con tonterías como "es que no está hecho para ser comprendido" o te tragas la angustia de saber que estás viviendo algo que no te convence, algo de lo que eres prisionero, pero acallas esa sensación e intentas seguir a costa de poder explotar en cualquier momento.

b.-Pasarte la vida investigando, cuestionando, dándole vueltas a lo que conoces e ignoras. Contrastas miles de postulados filosóficos, científicos. Descubres miles de teorías con la misma validez, pero incompatibles entre sí. Sigues indagando, te dejas corroer por la ansiedad de la búsqueda volviendo en cada intento a dónde empezaste y volviendo a investigar. Intentas trazar una línea que una lo más coherente de cada teoría y te sientas a observarla, mientras piensas en las infinitas líneas trazables bajo los infinitos puntos de vista, eso teniendo en cuenta tu ignorancia, si no, infinito se quedaría infinitamente corto.
Conciencia humana, origen de la vida, universo, galaxias, origen, finalidad, muerte, vida, tiempo, espacio....
Demasiado para un comité de estudiosos con 3 doctorados por cabeza. ¿Te encomendarías semejante tarea a ti mismo? Es más; ¿te encomendarías en tu sano juicio semejante tarea?. La respuesta es obvia.

c.-Admitir que hay una verdad. Pero hay otra verdad más importante y práctica: no puedes comprender esa verdad. No puedes alcanzarla. Y muy posiblemente, ésta no esté hecha para ser alcanzada. Sólo sabes a ciencia cierta que vives. Que naciste y estás en un ciclo vital. Y que, por lo tanto, tu cometido es vivir. Y sin cordura no se puede vivir. La verdad es que hay infinitos enigmas lejos de nuestro alcance.
Cuán inteligentes son las hormigas. No se quedan quietas en un agujero intentando comprender el funcionamiento del ascensor de un edificio de cien plantas que han construído sobre su hormiguero. No.
Se dedican a proveer sus necesidades, a vivir su ciclo vital. ¿Acaso alguna de ellas comprenderá por qué el ascensor se para en la planta 56?. Y si lo comprendiera, ¿qué ganaría con ello? Hay demasiados matices en el camino de sus vidas como hormigas hasta el hecho de que haya una construcción humana basada en la electricidad como para poder llegar a obtener beneficio de tal descubrimiento en su corta vida.
Bien. Mi opción es la tercera. He pasado por las otras dos. Pero con esta opción, tengo una grave preocupación menos.
Pero por el simple hecho de querer vivir mi vida del modo que mejor me parece, he sido desterrada.
Y, al parecer, soy egoísta porque esta elección hace daño a otras personas.
¿Qué me proponéis hacer? ¿Seguir el camino que vosotros elegisteis y que yo no comparto para daros una felicidad? (felicidad relativa, puesto que ni cuando lo seguía estabais satisfechos, ya que, siempre podía ser seguido más a fondo de lo que yo lo hacía, siempre se podía hacer más de lo que yo hacía, siempre hallabais motivos para sentir frustración por mí. Por mi culpa.)
No quiero haceros daño, pero si vivir mi vida como mejor me parece os hiere, creo que sois vosotros quiénes os hacéis daño al no permitiros abrir vuestra visión más allá de dogmas inamovibles, más allá de blanco o negro, más allá de buenos y malos.
No, no soy yo quién os hace daño. Son las enseñanzas perniciosas que me inculcabais y a las que os entregasteis. Pese a ser injustas, pese a clamar al propio sentido común.
Comprendo que os es imposible apartaros de lo que os es una fe incuestionable sobre la cuál habéis construido todo. Los cimientos de vuestra vida.
Pero dejadme vivir la mía.
Si me abandonáis por eso, ¿qué hacéis sino darme la razón sobre que en esa fe hay más mal que bien?
Pero, como todos, no sois conscientes de que abandonando a los demás se pierde más. Se pierde todo.
Al igual que los amigos que deciden que una amistad ya no les interesa.
Llegará el momento en el que no tendréis apoyo. El momento en el que estaréis solos y no hallaréis a nadie que os tienda una mano.
Pero, ¿qué hay del abandonado?.
La vida no es justa y cuanto antes lo asimilemos y lo aprendamos, mejor nos adaptaremos.
Por otro lado, el concepto de justicia de algunas personas está cargado de grandes injusticias.
Así que, la vida no es un camino de rosas. Algunos consiguen llegar a su fin. Otros perecen en ese camino.
Qué más da.
Nada importa.
Pase lo que pase, el viento seguirá soplando.

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